martes, 16 de noviembre de 2010

Jose Martin Meolans

Sus comienzosTenía seis meses cuando sus padres jugaban a pasárselo como una pelota en la pileta de sus abuelos en Morteros – un pueblito del noroeste de Córdoba limítrofe con Santa Fe – y cada tanto lo sumergían para ver cómo reaccionaba. En un parpadeo, el bebé pasaba del estupor por la falta de aire a un ataque de risa desenfrenado no bien salía a flote. Se divertía como loco; estaba como pez... estaba en la suya. Andaría por los 70 centímetros José Meolans cuando se encontró con su primer elemento.
A pesar de esos precoces arrumacos, el romance formal esperó hasta los cinco años. La compra de una casa de fin de semana en Carlos Paz, justo a orillas del río San Antonio, le dio a mamá Meolans la coartada perfecta para familiarizar a Pepe y a su hermana Laura con el arte de dominar al agua. “Cuando vienen las crecientes desde las Altas Cumbres el río puede ser muy peligroso – recuerda mamá Isabel, licenciada en psicología -, así que le dije a mi marido que si no podíamos evitar que les pasara algo por accidente, sí podíamos cubrirnos de cualquier negligencia. Lo mismo pasaba en Morteros, un pueblo limítrofe con Santa Fe donde vivían mis padres y los chicos pasaban el verano. Había una pileta grande y no nos animábamos a dejarlo solo por miedo a que se ahogara. Me acuerdo que hasta pensábamos en atarlo a la orilla por las dudas.” Fue así que decidieron mandarlo a aprender a nadar un verano en Morteros. “Le pedimos a Jorge Tosolini, un chico que acababa de recibirse de profe de educación física, que le enseñara. Lo hizo y no sólo eso, vislumbró enseguida un futuro”. Unas semanas después corrió la primera carrera de su vida en la pileta del Tiro Federal. “Me dijeron que lo inscribiera porque tenía condiciones”, cuenta la mamá. “Yo pensé, ‘el enano se me ahoga’ y le di permiso, pero le aconsejé que si no llegaba a la otra punta que flotara”. Papá Raúl evoca un más que perdonable blooper en la largada: “Se tiró y empezó nadando pecho por error, dando ventaja contra los otros que nadaban crawl, pero enseguida lo corrigió y braceando a lo loco terminó primero”. Mamá lo esperaba con el postre: “Salió muerto del agua. Me acuerdo que corrí a envolverlo con una toalla y, no sé muy bien por qué, ya que el deporte nunca me interesó, me salió decirle: ‘¡Bien Josito, hasta las Olimpíadas no paramos!’ Andá a saber la fuerza que habrá tenido ese mensaje a nivel subconsciente que mirá lo que pasó después”.
Pronto el miedo por las crecientes del río San Antonio se transformó en el show de las crecientes. Para ese entonces, José tenía ya 10 años. Y se paraba en la orilla del río a ver las aguas bajar turbias desde las sierras. Y esos vecinos, ¿qué hacían mirando al río como hipnotizados? Conocían al flaquito rubio de pelo lacio y sabían que si había creciente habría función. El pibe dejaba pasar la basura y los troncos más peligrosos y se tiraba braceando fuerte contra la corriente para completar el cruce olímpicamente. Para ganarle al río no sólo hay que tener coraje y aire, además hay que conocerlo, básicamente para saber dónde están las piedras. José lo tenía estudiado tan al detalle que se tiraba con los ojos cerrados. Un día la corriente fue tan densa que le movió una piedra de lugar y José se tiró de cabeza al hospital. Una cicatriz en los labios todavía lo atestigua.

Crecer de golpe
La creciente del nadador fue más rauda que la del río de la infancia. En su Córdoba capital se sumó al equipo de los Garimaldi en la Asociación Gabriel Taborín, una cuna de los mejores nadadores de las últimas décadas. Creció, creció, creció y cuando se quiso dar cuenta ya estaba en la otra orilla. Se había convertido en una torre de 195 centímetros, pelo largo rubio por la cintura a lo vikingo y ya era conocido por ir pasando a mejor vida varios récords argentinos y sudamericanos que llevaban años en la caja fuerte. A fines de 1997 ganó el Olimpia de Oro. A fines de 1998 tocó el cielo cuando barrió con su propio récord nacional y sudamericano para los 50 metros libres. Más tarde, en un gesto patriótico desusado en el deporte amateur, se dio el lujo de rechazar una oferta de 12 mil dólares mensuales (144 mil dólares al año) para representar a España. “Soy argentino y no me hubiera gustado cambiar de nacionalidad”, dijo, y se conformó con ganar a duras penas la cuarta parte.
En abril de 1999 fue subcampeón mundial de los 50 metros libres en pileta corta y cumplió con el sueño de dejar en el camino al ruso Alexander Popov, el mejor velocista de la natación y además su ídolo.

La vida de un nadadorUna madrugada cordobesa cualquiera de los últimos años. Suena el despertador a las 3.30 AM. Salta Meolans, Pepe, de la cama; salta Meolans padre de la cama. Un café, una medialuna y el viaje a la pileta del Jockey para el primer encuentro con su ahora ex entrenador Garimaldi. “Cuando tocaba el agua a eso de las cuatro y media recién me daba cuenta de que estaba despierto. Al principio el agua caliente te duerme más, yo pongo piloto automático y canto canciones de Soda y le doy. De golpe cambiás el aire y te conectás. Me entrenaba hasta eso de las siete y después volvía a casa hasta las 11. Almorzaba temprano y al mediodía, gimnasio. Siesta y a la tarde otra vez al agua. Vivía al revés.” A veces llegaba a su casa tan molido que se desplomaba arriba de la mesa, maldiciendo a Dios, María Santísima y a Garimaldi, con ganas de largarlo todo.
En el año de los Juegos de Sydney, cambió su entrenador y vivió momentos más laxos de la preparación. “A medida que se acerca la hora en la carrera se hace más importante trabajar en calidad que en cantidad y vas haciendo una preparación más específica. Vas limando centésimas, de eso se trata. Ahora me levanto a las siete, voy a la pileta de 8 a 11; dos horas de gimnasio; almuerzo; siesta y un último turno de 16.30 a 18.30 en el agua”.
... Puede cambiar el entrenador o el entrenamiento, pero la lucha para bajar centésimas es una constante en la vida de José Meolans ...

Adicto al agua y fanático del fútbol“En épocas de entrenamiento nado los siete días, y cuando estoy de vacaciones por ahí pasan un par de días sin agua a la vista y siento que me tengo que tirar un rato. Por ahí hago 400 metros nada más, pero me relaja, me hace sentir bien y me sirve como un descanso para el cuerpo. Eso no tiene nada que ver con el entrenamiento fuerte. Es como una terapia y soy adicto al agua. Pero cuando nado cinco mil, seis mil o siete mil metros en una sesión termino muerto, me duelen los brazos, la espalda, el cuerpo”.
Meolans es fanático del fútbol y de Belgrano de Córdoba. Tanto que cuentan que una vez, convocado para una nota junto con los jugadores, Pepe le deslizó al periodista, “si me llamaran para jugar, largo todo y me hago futbolista”. Cuentan, también, que como futbolista es un buen nadador... Sin amedrentarse por eso, cada vez que va a Córdoba y sus amigos lo invitan a prenderse en un fútbol 5, el tipo arma el bolso como si tal cosa y sólo antes de salir cae en la cuenta de quién es José Meolans, que el precio de una lesión tonta es enorme, que es el símbolo del deporte cordobés, que es el argentino más rápido en el agua y que porque es quién es lo convocaron los de American Express una noche de invierno a San Telmo para hacer un afiche callejero. Y si, cae en la cuenta de quién es. Entonces se muere de bronca, putea. Y cuando lo pasan a buscar, recapacita y les dice “no, gracias, chicos, pero mejor hoy me quedo”. Como para no borrar la ilusión; como si en la próxima pudiera. Y cierra la puerta justo antes de que se le noten las lágrimas en los ojos.

Cuatro años para veintidós segundosLos momentos cruciales en la vida de la gente no suelen transcurrir en 22 o 49 segundos – lo que lleva una carrera de 50 o 100 metros libres, respectivamente – . Un examen, una entrevista, un viaje de trabajo, una obra, un litigio, una operación, un descubrimiento, un plan de gobierno, una fuga, llevan un intenso período de preparación y otro tanto de ejecución. ¡Veintidós segundos! Una pileta de largo: chapuzón y el que primero toca del otro lado gana. Será por eso que uno no deja de preguntarse cómo es que hacen estos anfibios para correr su mejor carrera y por ahí voltear un récord justo el gran día. ¿Qué tipo de sangre hay que tener para comprimir lo mejor de cuatro años de trabajo en 22 segundos? O mejor dicho, ¿cómo se puede jugar una vida en un parpadeo? Para Pepe es cosa de todos los días: “En 50 metros ni ves quién toca primero, tenés que mirar el tablero para ver cómo salió. Venís pispeando y llegás a tocar justo. Si le pifiás, cagaste. La natación no es como el básquet o el fútbol, que te dan revancha todas las semanas. Uno se entrena meses para una carrera y después, si te va mal, tenés que esperar mucho más. Por eso todo está calculado para que llegues perfecto el día de la competencia”.






Datos personales
José Martín Meolans
Pepe
Nacimiento:
Córdoba,  Argentina, 22 de junio de 1978 (32 años)
Altura:
1,90 m
Peso:
88 kg
Carrera
Deporte:
Clubes:
Academia Natación Gabriel Taborin
River Plate1
Títulos
Campeonatos Mundiales
 Medalla de oro en Moscú 2002 50 m estilo libre.
 Medalla de plata en Hong Kong 1999 50 m estilo libre.
 Medalla de plata en Moscú 2002 100 m estilo libre.
 Medalla de bronce en Shanghái 2006 100 m estilo libre.
Juegos Panamericanos
 Medalla de oro en Santo Domingo 2003 100 m estilo libre.
 Medalla de plata en Winnipeg 1999 50 m estilo libre. 
Medalla de plata en Winnipeg 1999 100 m estilo libre.
 Medalla de plata en Santo Domingo 2003 50 m estilo libre.
 Medalla de plata en Santo Domingo en 200350 m estilo mariposa. 
Medalla de plata en Santo Domingo 2003 100 m estilo mariposa.
 Medalla de plata en Río de Janeiro 2007 100 m estilo libre.
 Medalla de bronce en Winnipeg 1999 100 m estilo mariposa.























































 





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